14 de marzo de 2013

Para acercarse a la obra de Luis Fabini.



Una trayectoria de vida atípica.

Luis Fabini nace en Montevideo, Uruguay, en 1965. Su padre es diplomático y Luis viaja así durante toda su niñez por Perú, Brasil, Argentina, Bélgica, Francia y Estados Unidos. Vuelve cada año a su país, donde descubre la vida en estancias y aprende a montar a caballo. Tiene su primer encuentro con la fotografía a los siete años, durante un viaje que emprende con su padre por la Cordillera de los Andes. Su aprendizaje de la fotografía se superpone así estrechamente con su trayectoria personal y se concibe como una sucesión de etapas que le permitirán poner en tela de juicio su modo de vida y ahondar en preguntas más existenciales. 
Con veinte años, Luis Fabini es guía de montana y diez años más tarde, empieza a trabajar en el ámbito de la publicidad y de la moda. A los 35 años, se divorcia, muere su padre y deja su trabajo que ya no cumple con sus expectativas. Empieza entonces un largo período que dedica a conocerse a sí mismo y a conceptualizar su relación con el mundo –su ethos. 

Tras esos años bisagras que marcan una ruptura rotunda en su vida, decide seguir al maestro zen japonés, Moriyama Roshi, en sus ejercicios. Se trata para el artista de cambiar sus prioridades y sus aspiraciones, después de unos años durante los cuales se desperdició su energía creativa en andanzas facticias y poco satisfactorias. De esa búsqueda surgirá poco a poco el proyecto Vaqueros de América (Horsemen of the Americas):

In the United States and Canada these horsemen are known as cowboys, in Mexico they are known as Charros, in Ecuador as Chagras, in Colombia and Venezuela as llaneros, in Peru as Chalanes, in Chile as Huasos, Brazil has its Pantaneiros ans Vaqueiros and in Argentina and Uruguay, they are the Gauchos [1].


Un proyecto fotográfico de gran magnitud.

De vuelta a Uruguay, y mediante el contacto cada vez más prolongado con los gauchos, decide adoptar el modo de vida de esos vaqueros de los confines del mundo hasta convivir con ellos durante meses enteros. Se adapta a sus costumbres y se empeña en mostrar en sus fotos la vida a veces difícil de esos caballeros. “Es un estudio fotográfico sistemático del hombre de a caballo, del hombre que trabaja de a caballo desde Tierra del Fuego hasta Alaska. Mi obra aspira a documentar la vida austera y digna de estos hombres que sienten orgullo de ser vaqueros.” Así define su proyecto, en 2007, en una entrevista con Eduardo Paz Carlson. 

Lo que puede asombrar al espectador, de buenas a primeras y cuando se pone a contemplar los distintos clichés del artista, quizás sea la unidad del tema tratado. En cada foto se vislumbra a este “hombre a caballo” y se observa su retrato. Es poco frecuente ver a un artista contemporáneo centrarse en un único tema y desarrollarlo, año tras año, para forjar de ello una imagen que sea la más neta posible. La fuerza del trabajo de Luis Fabini estriba entonces ante todo en esta delimitación del objeto representado que, por lo tanto, gana en expresividad y se vuelve más rico en matices.

Luis Fabini ©

Este ahondar en el tema tratado se vuelve posible gracias a la técnica utilizada por el artista. Luis Fabini siempre otorga más importancia al sujeto que al objeto. Para él, lo más importante es dar a ver una realidad que el espectador pueda contemplar sin darse cuenta de la huella del fotógrafo, de los efectos utilizados o de la subjetividad subyacente. El trabajo del artista consiste entonces en lograr borrar esa pantalla que existe entre el objeto y el espectador y que no es otra cosa que la mirada del proprio fotógrafo. El hecho de que saque sus fotos las más de las veces montado a caballo y que intente compartir con los gauchos cierto modus vivendi, forma parte de un modus operandi que busca borrar la subjetividad del artista. 

De la fotografía a la intencionalidad de la fotografía.

Sus fotografías se parecen a los cuadros de Juan Manuel Blanes o de Enrique Castells Capurro pero se insertan en un contexto social tajantemente diferente. Este “estudio fotográfico sistemático del hombre a caballo” es en efecto el estudio de un mundo que está por desaparecer. Los escasos clichés en color nos recuerdan que esos hombres con caras cansadas y manos ampolladas son nuestros contemporáneos, al contrario de los numerosos clichés en blanco y negro de los cuales se desprende completamente otra impresión. Una de las metas del artista parece ser entonces preservar esta cultura y estas tradiciones mediante la fotografía. “Creo que hay que rescatar y divulgar con seriedad esta cultura vaquera de la que los citadinos tienen mucho de que aprender” nos dice en la misma entrevista. 

El antropólogo Daniel Vidart explicó muy bien esa intencionalidad memorial de la fotografía de Luis Fabini. Escribe así en el prólogo del libro Gauchos: « La fotografía ha cumplido, en su corta y deslumbrante historia, que no alcanza los dos siglos, la función de congelar al tiempo en el espacio.[…] Captó y detuvo el movimiento  de las manos y de los cuerpos, pudo dar  testimonio visual de  la crispación o serenidad de   los rostros durante las horas de trabajo o descanso, de alegría o pesadumbre, de felicidad o desgracia.   Logró lo que el Doctor Fausto, según Goethe, le pedía al minuto fugaz: “Detente, cuan bello eres”. » 

Si este trabajo de « salvaguardia » es tan importante es porque esos gauchos y demás huasos tienen mucho para revelarnos, a nosotros, ciudadanos de los tiempos modernos. “Lo que sucede es que el mundo está ávido por cosas reales y estos vaqueros son bien reales” dice en la misma entrevista. En el contacto que tienen con la naturaleza, que resulta ser una lucha armoniosa, encuentran el sentido de una realidad que a nosotros nos escapa. Octavio Paz ya decía, en 1951, en El Laberinto de la soledad: “los vínculos que nos atan a la tierra, en el sentido de la tierra como proceso intencional –esos vínculos se rompieron para el hombre moderno”. El conocimiento de su alrededor más inmediato y de los vínculos que existen entre el ser humano y lo que le rodea le falta al hombre moderno a la hora de enfrentarse al mundo como ser consciente de sus aspiraciones y de sus objetivos. El viaje iniciático que emprendió Luis Fabini y que lo llevó a un auténtico proceso artístico es entonces antes que nada un proceso heurístico, en el cual el hombre se inserta a la perfección en el cosmos y donde la foto se hace el reflejo de ello. 

El fotógrafo idea publicar varios tomos que reunirán las diferentes fotos que tomó a lo largo de todos esos años de viaje por el continente americano. Las miles de fotos que constituyen ahora su archivo personal están destinados a llenar doce tomos, cada uno de ellos dedicado a un tipo específico de vaqueros. A largo plazo, el conjunto de su obra (fotos, entrevistas, obras críticas, reseñas) se verá reunido en un fondo en Nueva York, cuyos beneficios serán dados a proyectos educativos en escuelas rurales del Uruguay y del resto del continente.

Luis Fabini ©



[1] Cita sacada de un video del artista en línea que sintetiza la amplitud del proyecto: http://www.youtube.com/watch?v=hj2zLj9pvTk

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