22 de junio de 2013

¿ Alarma para el AKP o verdadera « primavera de Estambul » ?



Hacer un amalgama era demasiado fácil, las similitudes eran evidentes, las circunstancias ayudaban a confiar en esta tesis así que los medios de comunicación se apresuraron a calificar – demasiado rápido – las manifestaciones importantes que tuvieron lugar en Turquía de “Primavera de Estambul”, en referencia a la “Primavera árabe” que impactó en 2011 países desde el Medio-Oriente hacia el Magreb, como Siria, Túnez, Yemen, Libia o también Egipto. 

En primer lugar, la plaza Taksim de Estambul recuerda a la plaza Tahrir del Cairo. Estos dos sitios son símbolos y alegorías de los jalones de la Historia de estas dos naciones (el nacimiento de la República para Turquía y la independencia para Egipto).

Además las banderas se asemejan tanto que muchos se apresuraron a colocar en la misma categoría las manifestaciones de Estambul y las que agitaron la ciudad de Túnez en 2011. Sin embargo, es imposible calificar el movimiento de protesta turca de “Primavera de Estambul”. 

Crisis del régimen más que Primavera de Estambul. 



La plaza Taksim, lugar de enfrentamientos entre la policía y la oposición.


La base de los problemas de los países árabes no existe en Turquía, lo que permite rechazar un acercamiento posible, vinculado a la proximidad geográfica y a las similitudes de los países protagonistas, entre los dos fenómenos. Los manifestantes turcos no impugnan la legitimidad del AKP [Adalet ve Kalkinma Partisi, literalmente el partido de la Justicia y del Desarrollo], en poder desde 2002 y que ganó las tres últimas votaciones según los diferentes observadores y la Constitución. El paro de los jóvenes diplomados, uno de los males que provocó la contestación de los países árabes, casi no existe en Turquía gracias a un crecimiento económico de dos dígitos digno de China. Incluso Ankara logra atraer a los hijos de inmigrados que viven en Francia, en Alemania o en el Benelux, quienes regresan a su tierra natal con títulos universitarios prestigiosos y un plurilingüismo que les aseguran sin duda un futuro radiante. 

Lejos de una revolución sobre fondo de miseria económica, es más bien una crisis de confianza hacia el régimen que agita las calles de Estambul. En verdad, esta urbanización [la destrucción del parque de Estambul para la construcción de un centro comercial] sólo es el disparador de una protesta que se extiende también a otros asuntos. Una vez que empezó el movimiento, se desarrolló muy rápidamente y se abrasó la contestación. La crisis más bien imputa al desajuste entre el pensamiento de los Turcos urbanos y el del AKP. El partido para la Justicia y el Desarrollo ganó las votaciones anteriores con resultados más y más impresionantes centrándose en las bases de la democracia legadas por Mustafa Kema Atatürk en los años 1920. Es porque aceptó las normas de la laicidad, pilar de la democracia de estos años 1920 protegida por el ejercito, que este partido islamista moderado pero muy conservador benefició del apoyo de la población del campo, muy religioso, hasta los poderosos hombres de negocios que respaldaban el liberalismo económico preconizado por Erdoğan.

Al perseverar en su deseo de entrada en la Unión Europea (UE), Ankara pudo mostrar a los Turcos los más escépticos que no iba a abrazar las ideas de las otras teocracias árabes. Pero el juego entre el AKP y los Turcos se acabó con estas manifestaciones en la plaza Taksim. En efecto, la comparación de los manifestantes con los hombres políticos del partido en poder desde 2002 es casi imposible, las diferencias siendo tan importantes. 


Retratos de Abdullah Gül (centro) Recep Tayyip Erdoğan (derecha) con el padre de la nación, Mustafa Kemal Atatürk (izquierda).


La sociedad urbana turca es joven y profundamente europeizada. Los estudiantes benefician especialmente de programas europeos de intercambio como Erasmus por ejemplo. De hecho, miran hacia el Oeste y, a pesar de que los musulmanes sunitas representen la mayoría, los jóvenes son partidarios de una secularización de los poderes cada vez más importante. Ahora bien, el AKP mostró que quería radicalizar su visión del Islam. 

Así, se vio a la esposa del presidente de la República Abdullah Gül llevar el velo en un sitio publico, lo que fue prohibido en 1928 por Atatürk. También, el gobierno intentó cerrar el mercado del alcohol para, según los políticos, preservar la salud pública. 

Desde luego, el proceso electoral ha sido aceptado por Erdoğan y su partido, pero los otros elementos que fundan la democracia, como el dialogo y la abertura al debate, fueron olvidados desde 2002 como lo demuestra la voluntad de construir un centro comercial, construcción que destruirá uno de los únicos parques de Estambul. El reinado del liberalismo y del dinero, así como la ambición de poner la religión en un pedestal en un país que tiene mucho apego a los fundamentos laicos, todo eso sin ninguno diálogo, fueron las gotas que colmaron el vaso. 

Un mosaico de oposición.


El peligro es evidente para el AKP porque las manifestaciones de Taksim concentran todas las franjas de la oposición, entre las cuales se puede encontrar a los kemalistas, nostálgicos del hombre de hierro pero que sabía modernizar: Mustafa Kemal Atatürk [Atatürk significando literalmente “El Padrecito de los Turcos”]. Este mosaico de protestaciones reúne también a los partidarios de Alevi, minoridad religiosa turca chiíta que se siente atacada por la voluntad del AKP de dar nuevo prestigio a la religión en el país. También presente, la extrema izquierda, que contesta la instauración de un régimen policial en Turquía, en particular el aumento de las violaciones de los derechos de los detenidos. 

“El Bósforo mezcla los brillos del cielo al propio misterio de su oscuridad” (O. Pamuk).


Por otra parte, son los intelectuales quienes más influencian el movimiento de protesta. Son la pesadilla del poder, criticando continuamente las derivas autocráticas del gobierno, las detenciones de periodistas y la ignorancia de sus representantes. Los arquitectos, pintores y escritores se apropiaron la ciudad de Estambul, instalando un estilo de vida particular. Un verdadero amor nació para esta ciudad – como para el Paris de los años 1930 – adulada por los artistas como lo muestra por ejemplo Orhan Pamuk, Premio Nobel de literatura en 2006 y autor de Estambul, memorias y la ciudad. Este intelectual turco, considerado como una de las personas más influyentes por Time Magazine, abandonó su país en 2007 para irse a los Estados-Unidos después de recibir amenazas de muerte; También tuvo que comparecer ante una corte por haber admitido la existencia del genocidio armenio. Forma parte de los numerosos “cerebros” turcos a venerar su ciudad de origen. Desde entonces, no es sorprendente que el origen de estas manifestaciones sea relacionado con una nueva urbanización de la ciudad.

Finalmente, es la juventud la que preocupa el poder. El pueblo turco, a diferencia de los pueblos de Occidente, es muy joven. Sobre 80 millones de habitantes, cerca de los 50% tienen menos de 30 años. No obstante, estos últimos no han sido muy presentes durante las manifestaciones y los enfrentamientos con la policía, las universidades cerrando sus puertas sólo a partir del 10 de junio. 

Pero al mismo tiempo, se puede imaginar que los jóvenes van a integrar el movimiento, especialmente para denunciar el uso del poder con fines religiosos. A continuación, notamos las agitaciones provocadas por la decisión de las autoridades de prohibir el alcohol. 

Este movimiento, aunque no sea muy politizado, representa un peligro para el poder: él de ver la contestación desarrollarse con nuevas franjas, todavía ausentes, de la población. 

Las manifestaciones al origen de una división interna del AKP.


El peligro mayor para el AKP podría venir, sin embargo, del partido mismo. En efecto, Turquía es, desde hace mucho tiempo, dividida en dos franjas. A un lado, una Turquía provincial y modesta, que controla las pequeñas empresas del país, y se siente anclada en la tradición religiosa y que busca a un líder carismático y autoritario, apoyando lógicamente Recep Tayyip Erdoğan. Al otro lado, los hijos de Atatürk, la juventud, los universitarios, los intelectuales y la extrema izquierda quienes critican la perdida de libertad, el autoritarismo y la apología de los valores islámicos que se desmarcan del legado de Atatürk y pues, según ellos, la democracia misma. 

A esta división tradicional se suma ahora una división interna del partido del AKP que tiene en su seno un primer ministro intransigente y hostil a cualquiera forma de diálogo. Erdoğan sigue soñando de reprimir estas manifestaciones haciéndolas instrumento del Occidente contra su presidencia, sobre todo quiere lograr establecer un régimen presidencial del cual desea, naturalmente, el trono. 

Frente a él, el Presidente de la República Abdullah Gül y el viceprimer ministro, Bülent Arinç invitan al dialogo y no vacilan en criticar, sutilmente Erdoğan mostrándose « entristecidos » por el uso de gas lacrimógeno. Ésta división interna podría pues ser peligrosa para un partido desde 10 años en poder pero que, a pesar de la ausencia de una oposición fuerte, nunca hizo su autocrítica política. La rivalidad se anuncia fuerte entre el Primer ministro Erdoğan y Abdullah Gül, el presidente de la República para asentar su liderazgo a propósito de la formación política. 

A pesar del esfuerzo de Erdoğan para constreñir las manifestaciones ordenando la evacuación de la plaza Taksim y prometiendo un referéndum a propósito del nuevo proyecto de urbanización, la situación sigue siendo tensa. El AKP parece mucho más dividido después de ésta contestación áspera y el referéndum podría ser un verdadero test para el futuro del partido en poder. El resultado de esta consulta popular será muy importante para la legitimidad del gobierno, porque más allá de un sencillo asunto público, el voto simbólicamente se centrará en la aceptación, o no, de la política de Erdoğan. Por otra parte, la situación todavía insegura en Turquía suscita el temor de nuevas violencias. Aunque considerada como uno de los países más estables del Próximo-Oriente, el país participa ahora al sentido de incertidumbre que planea sobre esta región.

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